Al habilitarse el puerto de Ensenada, Mariano Moreno propuso la colonización de las tierras adyacentes, pero para evitar que se especulara con la tenencia de las tierras cercanas al puerto, fijó límites a los terrenos y estableció que los propietarios que superaran las dimensiones establecidas, estaban obligados a vender a cualquier comprador que lo solicitara. El precio no lo podía fijar el vendedor sino un perito.
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